Remember Me
[El escenario resulta distinto al de las últimas actuaciones… Unas barandillas ocupan el fondo de lado a lado, mientras que el suelo aparece pavimentado y pintado con líneas circulares y rectas de color blanco y amarillo, algo que sorprende al público de las primeras filas, acostumbrado a las polvorientas y carcomidas tablas que siempre lo han cruzado…
El protagonista entra a escena por uno de los laterales y da inicio a la función de esta noche…]
– Era más o menos así… Un patio no muy sofisticado, pero sí grande, acorde con el resto del colegio… Nuestro rincón era justo este, en el campo de balonmano que había al bajar la plataforma y las escaleras, y justo al lado de los lavabos de tíos… Quizás podríamos haber buscado un sitio mejor, pero lo de jugar a canicas y al trompo ya había quedado atrás hacía muchos años, y tampoco éramos de los que nos juntábamos con las chicas para ligotear… Simplemente íbamos a lo nuestro… En total éramos unos cinco o seis si mal no recuerdo, así que era relativamente fácil encontrar sitio en la baranda para sentarnos unos cuantos, y el resto esperábamos de pie a que sonara el timbre para volver a clase…
No recuerdo exactamente cómo empezó la conversación… Supongo que debió ser algo del estilo «¿Qué vais a hacer cuando seáis mayores?» o algo por el estilo… El caso es que M. dijo totalmente convencido que iba a ser arquitecto… Yo, que ya había dejado atrás la época de querer ser astronauta y acababa de guardar mi látigo de arqueólogo en la percha pensé para mis adentros que no parecía una profesión demasiado enriquecedora, así que le pregunté porque quería serlo… Y entonces él me contestó: «Porque quiero que cuando me muera quede algo de mí para que la gente me recuerde…»
Como podéis imaginar, me quedé con una cara de pasta de boniato bastante importante… No es que me sorprendiera la profundidad de la conversación, porque no solíamos dedicarnos a hablar de temas banales, como el partido de los de la «selec», o las chicas (de nuevo), o lo último en discotecas… Aún recuerdo mi exposición sobre la creencia en los horóscopos y como les convencí justificando que si estamos compuestos por un 65% de agua (nuestro cerebro lo está en un 90%) y el mar se alteraba con la proximidad de la Luna generándose las mareas, no era de extrañar que los planetas alteraran de alguna forma nuestra personalidad… Fue un éxito… Aún no entiendo como no pusieron una baldosa con mi nombre en el patio por aquella disertación…
[El protagonista se frota los nudillos en el pecho y prosigue…]
El caso es que aquel comentario de M. se quedó grabado en mi retina de los pensamientos (algo de eso tiene que haber) con letras de fuego… Y muchas veces he pensado en aquellas palabras como algo a lo que aspirar… Ser recordado por algo que hayas hecho debe ser de las pocas cosas de las que uno puede sentir orgullo y satisfacción… Conseguir una meta, subir tu Everest y que quede allí para que todo el mundo vea hasta donde llegaste… Enseguida te asaltan los tópicos que forman «la trilogía del sentido de la vida»: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro… Supongo que en lo último debo estar algo más cerca que en los dos primeros casos, aunque lo del árbol es algo que me lleva tentando también desde hace un tiempo y algún intento sí he llegado a hacer…
Pero ese es mi problema… Quizás sea cosa de la edad, pero debo reconocer que mi sensación de mediocridad se ha acrecentado en los últimos tiempos… Me siento estancado, anquilosado, como si me hubieran congelado en un arcón y se me hubieran quedado los brazos atrofiados y sin solución… Todo el mundo avanza en sus vidas, consigue sus objetivos, hace grandes cosas, y yo aquí, aguantando velas y recogiéndolas con los vendavales… Y no es precisamente envidia lo que me inspira, sino una especie de «enfado» conmigo mismo, una sensación de estar perdiendo el tiempo tontamente… Algo que nunca me había importado, porque siempre había confiado en mí y en mi potencial, se ha convertido en una especie de lacra que arrastro en los últimos años y que sufro más o menos en silencio, como las erupciones cutáneas incordiantes…
Invierto cada minuto libre de mi vida en la felicidad de los otros en lugar de en la mía propia y mi crecimiento interior, y eso es algo que muchas veces satisface aunque no se busque nada a cambio, pero otras no llega a compensar y llega a frustrar, como cuando tú has puesto todo lo que has podido de tu parte pero tu obra no parece cumplir las expectativas… Y poco a poco va creciendo la gangrena de la vulgaridad, un «yo» cuyo papel no me gusta, el vacío, una habitación de hotel en una ciudad que no es la tuya…
Si ya lo decía yo, que siendo astronauta iba a tener menos problemas… Pero lo peor de todo es que creo que debo seguir intentándolo… Soy así de contradictorio… No me sentiría bien conmigo mismo si no lo hiciera… Prefiero sacrificarme…
[El actor principal se toma un respiro y aprovecha para subirse a la barandilla y sentarse en ella…]
Entonces, ¿dónde está mi obra magna? ¿Aquella por la que debería ser recordado para la Posteridad? Pues aquí la tenéis… En carne y hueso, nunca mejor dicho… No es que esté muy orgulloso de su parte externa, pero sí lo estoy de lo que no se puede ver a simple vista… Labro mi vida y espero recoger algún fruto de vez en cuando… Con que no se me pudran todos tengo bastante… Porque he llegado a la conclusión de que la mejor forma que existe de que te recuerden es por tus obras, pero no por las tangibles, sino por aquellas que no se ven en museos, al lado de cuadros carísimos… E.T. hizo mucho daño a los de mi generación con lo de «sed buenos»…
Así que cuando alguna vez venga a vuestra mente mi persona, no vayáis a vuestra librería más cercana, o busquéis algún árbol de forma amorfa… Simplemente acordaos de aquel que decía sus tonterías sobre un escenario que existe y no existe… Y recordad que lo mejor que pudo hacer para la Posteridad fue intentar ser lo mejor que pudo ser; quizás su vida terminó siendo insignificante y no deje huella en ningún sitio, pero al menos él intentó que fuera digna del Taj Mahal… Y se sintió muy orgulloso de intentarlo…
Lo último que supe de M. es que finalmente hizo Arquitectura, la acabó, y llegó a construir alguno de esos bloques de pisos que ahora cuestan tanto vender… Él ya ha visto cumplido su sueño, ahora me toca a mí seguir cumpliendo el mío…
[Y suena el timbre, y el protagonista salta de la baranda y se retira recogiendo una libreta roja de una mesita cercana… Empieza la clase…]
Filed under me, new truths, things I think | Comments (2)2 Responses to “Remember Me”
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Hay huellas que no son como edificios, pero te aseguro que mucho más importantes. Y de esas has dejado unas cuantas…
Tinc ganes de cantar i cridar, de saltar i de riure,
sense cap perquè,
tinc ganes d’oblidar el que sempre m’amoïna
vull estar content
[…]
Per això cada dia al carrer m’enfronto als enemics
sense motius i estúpidament
amb un gran somrís
:)