Color Me Blind

julio 23rd, 2006

[La calurosa tarde ha caído poco a poco en la ciudad… Aun escondiéndose, el Sol continua haciendo estragos y estos días el público ha permanecido amarrado a los ventiladores del teatrillo, como si del mástil de un galeón que les salvara del canto de las sirenas se tratara… Los granizados de limón bien cargados de azúcar han hecho el resto para mitigar el calor reinante en la sala… El telón lleva caído varios días y no se ha percibido movimiento tras él, hasta el punto que algunos rumores sobre el abandono de los escenarios habían llegado a los oídos del protagonista… Aunque con fundamentos por la ausencia, no eran ciertos…
El protagonista aparece por uno de los laterales del escenario y se sitúa frente al telón, aún cerrado… Ha sacado del armario sus pantalones cortos y sus camisetas anchas, y si no fuera por la cercanía de uno de los ventiladores estaría bañado en un mar de sudor, como suele sucederle en verano… Entonces pasa su mano por la nuca y se dirige a los asistentes con una sonrisa…]

– Hola… Lo siento… He estado algo ocupado… Supongo que no es una excusa aceptable, pero es la única que puedo daros… Y encima es cierta… Pero no he venido a pedir disculpas sino a contaros nuevas cosas… Así que tomad esta función de hoy como una nueva hoja en blanco… Porque precisamente uno de los motivos de mi ausencia era ese… La página que había hasta ahora estaba demasiado escrita y necesitaba una nueva para llenarla de garabatos y tachones…

Muchas veces me ha venido a la mente que en la vida somos en cierta forma pintores con un único lienzo que pintar y una paleta infinita de colores (sí, esa cosa con la que no me llevo bien y por cuyo motivo he dado la paliza a más de uno de vosotros en alguna ocasión)… Así uno empieza tímidamente con el amarillo y el naranja, trazando líneas finas y redondeadas… Y poco a poco las líneas se van haciendo más gruesas… Y los colores se van tornando más oscuros y enérgicos… Y después del albor de los naranjas llega el apasionado rojo, y quizás toques de amargura en verde oscuro… Y a un doloroso negro le sigue un violeta casi eterno que gira y vuelve a girar hacia un granate intenso… Y de esta forma la tristeza en azul se pinta sobre los verdes que habías pintado antes… Y el azul queda solapado con el tiempo por un marrón que envejece en toques de gris y que pasa al blanco en jirones… Y los trazos son crudos y rasgados o perfilados y revoltosos, como tu vida lo vaya deparando…

Y así poco a poco vas pintando tu cuadro… Pero siempre es tu cuadro, tu pincel y tus colores… Algo que no dejará de acompañarte durante toda tu vida… Por muchas muescas que vaya recibiendo tu pincel y muchas veces que pintes con él de negro, siempre conservas la esperanza de limpiarlo y volver a retomar un nuevo color que embellezca tu obra…
Yo por suerte he encontrado a alguien que pone mi pincel en aguarrás y barniza con mimo el marco de mi cuadro… Y nunca sabré como agradecerle esos cuidados suficientemente…

Los días pasan… Y cada mañana vuelves a coger el pincel y a dejar más colores en tu lienzo con la ilusión de que aquellas manchas de decepción turquesa se vuelvan malva… O el rojo que has conseguido continúe teniendo la misma intensidad… Pero al menos yo CADA mañana sigo manteniendo la esperanza que desde allí arriba hay alguien que sigue el trazo de mi pincel… Y porque espero que desde tan alto se sienta orgullosa del cuadro que estoy pintando…

[El protagonista se acerca al lateral y tira de la soga que abre el telón… Y esta vez el decorado no es decorado… Es la vida misma pintada en una pared… Con un gracias muy grande a todos los que la han visto de cerca…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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