los inicios de la historia de Andrew Smiles se remontan ya al descubrimiento de su prodigioso don, nunca visto en un muñeco de madera como él a no ser que alguien le metiera la mano tras la espalda... poder hablar por sí solo supuso una auténtica revolución que no pasó desapercibida para el resto del mundo... algunos decían que se debía a que la madera de la que estaba hecho procedía de un viejo tótem plantado en un cementerio indio... otros que su primer dueño era un sádico tan extremo que no pudo soportar la última tortura a la que le había sometido... desde ese mismo momento empezó a hablar tanto que su opresor, harto de quedarse sin dormir noche tras noche y tras intentar ahogarlo mil y una veces, acabó abandonándole en un cubo de basura e ingresando en un hospital psiquiátrico... una infancia difícil... pero lo cierto es que en poco tiempo empezó a codearse con grandes estrellas del cine y se convirtió en toda una celebridad...
 
Andrew junto a la estrella del cine del momento Michael Miller. Nótese la mirada envidiosa del actor sobre su compañero de madera

en poco tiempo la fama de Andrew Smiles se extendió por todo el país como se derrama la leche en un desayuno apresurado... Nueva York, Chicago, Los Angeles, San Francisco... todas caían a sus pies admirando el prodigio de madera que frente a ellos se presentaba....
 
Andrew, con su fiel mayordomo Paxon quien le sujetaba durante sus actuaciones dados sus problemas de estabilidad sobre el escenario
 
sus hazañas no tardaron en traspasar fronteras... el mundo requería ver esa maravilla con chistera que hacía las delicias de los americanos... así que la leyenda del muñeco que hablaba empezó a reescribirse en todos los confines del planeta...
 
Andrew, siempre receloso de su numeroso equipaje, se encargaba personalmente de comprobar que se trataba con los cuidados que se merecía una estrella de su talla (tanto de madera como de altura)

muchos fueron los que, viendo el éxito arrollador que estaba cosechando aquel endiablado muñeco, quisieron seguir sus pasos desempolvando viejos muñecos de sus armarios y haciéndoles pasar por seres extraordinarios de madera... ninguno de ellos llegó a la popularidad del gran Andrew y gran parte fracasaron estrepitosamente en el intento...
 
El payaso Johnny Macarroni III con su muñeco Be Bop A Lula. Ambos fueron denunciados por el Alto Comité de Brujas del Caribe por prácticas indecentes de voodoo. Poco después desaparecerían del mapa sin dejar rastro

el camino de la fama le deparó multitud de alegrías... Andrew nadaba en la abundancia... mansiones repartidas por todo el mundo, una colección de ositos de peluche impresionante, coches de lujo, yates... demasiado para alguien que no podía sentarse ni siquiera en su asiento sin algún cojín para alcanzar a ver sobre la mesa... las mujeres más hermosas caían rendidas a sus pies algo apolillados... su fama de Don Juan no conocía límites...
 
Andrew sorprendido en actitud cariñosa con una de sus numerosas conquistas tras una visita a su logopeda

...como tampoco empezaron a existir límites para sus vicios y excesos... en especial el de mascar regaliz compulsivamente... sus borracheras a base ponche empezaron a ser cada vez más numerosas y su ingeniosa voz empezó a resentirse...
 
Andrew en actitud de dudoso buen gusto tras una de sus fiestas locas. La fotografía fue censurada durante años, aunque hemos podido recuperarla para la ocasión

ese fue el desencadenante de todo... viendo la fortuna que había amasado Andrew y en qué se estaba convirtiendo por su mala cabeza (llena de serrín, por supuesto), su - hasta ese momento - fiel criado, Paxon, le traicionó encerrándole en una maleta andrajosa (ni siquiera tuvo estilo para meterle en una recubierta de terciopelo) y enviándole a una ciudad del Congo belga de nombre impronunciable... allí se perdió el rastro de Andrew Smiles...
 
El FBI consiguió captar gracias a sus satélites Mata Hari el momento exacto de la vil traición sufrida por Andrew. Paxon fue arrestado años más tarde en Cancún y condenado dos años más de los que le pertocaban según la sentencia, por su mal gusto con las camisas
 
el otro día, pasando por la bambalinas me pareció escuchar un repiqueteo en un baúl enterrado entre mil y un artilugios viejos... cual no sería mi sorpresa cuando en su interior una figura de madera intentaba hablarme y se llevaba las manos a la garganta asustado... lo intentamos con todos los tipos de gárgaras imaginables, medicamentos de todos los colores, centenares de jarabes de los gustos más diversos... pero nada fue suficiente para hacerle recuperar el habla... así que recurrimos a la tecnología de los microchips y el silicio... desmonté una vieja tostadora de pan y con ella preparé un circuito integrado gracias al cual me tiene amargado todo el día... :S empiezo a estar realmente harto de aguantar los caprichos de una estrella que mide mucho menos que yo y altamente inflamable... y eso me da ideas... :)

a partir de ahora y de forma espero que más o menos regular, Andrew se pondrá a pinchar canciones y a contar parte de sus tonterías... espero que no sean demasiado para tan distinguida audiencia y que le ayudéis a mejorar (si su orgullo os deja)...

gracias por vuestra atención...