Sea of Teeth

enero 30th, 2014

-Parece que todo lo que está pasando en estos últimos tiempos, esté pasando por algo… Al menos esa es la sensación que me están dando todos estos movimientos que están ocurriendo… Mi palmera me dijo el otro día que soy una persona que desprendo una energía muy especial… Al principio creí que sería una forma sutil de decir que olía mal o algo por el estilo, pero resultó que no, y me puso un ejemplo de lo sucedido en nuestro último encuentro que me dejó un poco asombrado y a la vez contento… Quizás esa misma energía que me envuelve esté empezando a cambiar mi entorno y el camino de la recuperación esté algo más cerca…

La verdad es que, de casualidad en casualidad, estoy empezando a conocer a gente nueva que me está aportando cosas en mi vida… Sea apoyo moral, sea conocimiento… Pero no son personas vacías… Además, veo que se ofrecen desinteresadamente y eso es algo que valoro mucho en una persona… Como si todo lo que he invertido yo en otras personas me estuviera viniendo de vuelta…
Mi profesor de cocina es uno de los ejemplos… Me encanta quedarme un rato tras la clase, mientras fregamos los cacharros él y yo, y escuchar las historias que le han ocurrido… Una persona que pese a ser joven, ha recorrido casi todo el mundo y ha vivido muchas experiencias… Se aprende mucho de las vidas de los otros… Uno toma conciencia de que esa extraña energía que lo gobierna todo acaba poniendo a cada uno en el sitio que le corresponde… Y da esperanzas el ver que en situaciones parecidas a las que estoy pasando, al final las nubes se despejan y el sol brilla aún con más fuerza… Sólo espero que yo corra la misma suerte…

Ayer, a pesar de ser un día algo triste, todo tomó un giro repentino de noche, con un par de mails que me demostraron que eso que cuentan de la compensación del Cosmos existe. Cuando más desilusionado estaba con mis progresos en la escritura, me confirmaron que van a publicar dos relatos míos en dos antologías diferentes. En el pasado, esa noticia me hubiera hecho dar botes de alegría, como lo hice cuando gané un concurso de microrrelatos años atrás… Aún no sé cómo pude contenerme durante toda la comida para decírselo a ella… Fue genial… Un regalo… :)
Ahora son noticias que no llegan a llenar el vacío interior que siento, aunque sí han sido un nuevo empujoncito de la Fuerza para que siga adelante, para que no me rinda, y para que tenga fe en que el futuro puede ser mejor de lo que creo ahora…

A pesar de que el año pasado y el inicio de éste han sido de lo más traumáticos, es verdad también que los cambios han provocado una transformación en mí muy importante. Noto que con todas las cosas que he estado moviendo en este tiempo y las acciones que estoy tomando, mi determinación es ahora más fuerte que antes. Hay ciertas decisiones que me he tomado con más seriedad que nunca, algunas obligado por las circunstancias, y que en otro momento no hubiera sido capaz de afrontar. Tengo que aprender a sentirme orgulloso de mí mismo… A pisar fuerte…

Una de las decisiones que he tomado es que durante este año voy a escribir mi novela. Es uno de esos viejos sueños que llevo atrasando desde hace años y que ahora necesito completar de una vez. Se lo comentaba a un amigo hace poco, es como si el cuerpo me lo estuviera reclamando. No puedo alargar más esta agonía de ver pasar los días y que ese proyecto siga en una estantería invisible sin avanzar. No va a ser un camino fácil, y quizás la presión que sentiré no beneficie en nada a mi mejora… Pero ahí está la paradoja de todo… El tema principal de mi novela son las ausencias, así que quizás no encontraré un momento mejor para sentirme uno con ella…

Hace un par de meses que acabé de leer El océano al final del camino, la última novela de Neil Gaiman hasta el momento. Desde su aparición, Neil contaba en sus apariciones públicas que fue una «novela accidental»: en un principio tenía intención de escribir un relato para su mujer, Amanda Palmer, que se encontraba en Australia grabando un disco. La echaba de menos, así que pensó que lo mejor para apartar esos sentimientos era escribirla. Empezó la historia a mano en uno de sus cuadernos, y lo que iba a ser un cuento para que su amada no le olvidara, se convirtió en una noveleta, luego en una novela corta y finalmente en una novela. Cuando pasó su escrito al ordenador alcanzaba unas 56.000 palabras. Al regresar, le entregó el manuscrito como regalo de bienvenida y se la leía por las noches hasta que se quedaba dormida.

El Oceano al Final del Camino

Yo la echo mucho de menos, pero no espero el retorno de nadie. De hecho no tendré más recompensa al acabarla que sentirme orgulloso por un nuevo sacrificio que habré superado. Pero por mucho que cueste, voy a intentarlo por última vez. Y ésta tiene que ser la definitiva… Volcaré todo lo que siento en las páginas y convertiré esta historia en una especie de exorcismo. Llegar a la meta no va a ser un camino de rosas. Y por desgracia, ya no podré celebrarlo con una de las personas a las que quería dedicársela, como a las dos personas más importantes de mi familia que ya no están aquí para leerla… Pero el tiempo no puede volver atrás…
Esta vez voy a recurrir también a otra persona que espero que me ayude en esta difícil travesía. Aún tenemos que concretar cómo voy a trabajar, pero su experiencia profesional creo que me va a ser de mucha ayuda. Sólo espero que la nueva casualidad que la ha hecho entrar en mi vida sea otra de esas señales que el Destino me tiene deparadas. De momento no tiene mala pinta. Pero yo tendré que cumplir mi parte: me tocará sufrir, ser constante, atravesar por recuerdos no muy agradables y llegar a escribir un «FIN» que ahora por ahora me parece muy lejano y toda una quimera.

La semana que viene empiezo una «nueva» vida… Lo suficientemente diferente como para no ser la misma de antes… Otro frente que empieza… Pero tengo confianza en mí… Y eso ha salido fortalecido después de todo lo que he vivido… Sé que tarde o temprano saldré adelante… Al final de todo este desierto, aparecerá un océano grandioso… Hay que mantener la fe… Aunque si le hubieran preguntado a Alice Cooper, les hubiera contestado rápidamente que al final del camino está la felicidad…


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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