Last Kiss

enero 3rd, 2014

[Los arbustos resecos campan a sus anchas en el desértico teatrillo. La arena, fina y suave al tacto, se mete por cualquier recoveco imaginable. El protagonista aguanta estoico sobre el escenario el azote del viento y se dirige a los asistentes a la función con humildad…]

-Vivir en este desierto se me hace muy difícil. Llevo casi un mes aquí, alejado de todo, y aún no soy capaz de superar el paso del tiempo. Por el día te asas en recuerdos a cada minuto y cuando crees que durmiendo podrás por fin descansar, las noches son aún peores. En un desierto normal te helarían el cuerpo, algo que aunque sea duro, es salvable. En éste, te congelan el alma…

Esta noche he vuelto a soñar con ella… Un sueño que estos días tiene tintes de pesadilla…

La semana pasada ya la tuve en mi sueño, aunque no aparecía propiamente en él. Yo acudía solo a un extraño cine en Barcelona y allí conocía a una chica de lo más rara. Se llamaba Lola, llevaba el pelo de un rubio casi blanco, con un corte a lo Garçon, y conducía un coche de caballos por la ciudad que tenia más pinta de carroza fúnebre que de carro de paseo. Al llegar los cines -en los que proyectaban la película en dos pantallas enfrentadas una con otra y la gente se sentaba en el suelo, ya os he dicho que era un cine estrambótico-, y antes de empezar la proyección, ella me besaba. Y yo, que no era consciente del sueño aún, me sentí asaltado inmediatamente por una sensación de suciedad. De estar traicionándola a ella. Me desperté enseguida con mal cuerpo y ya no pude volver a dormirme.

Dicen que los Escorpio nos unimos muy profundamente a los que amamos, aunque no lo sepamos expresar y parezcamos fríos, por mucha confianza que se tenga con la otra persona… Y creo que, en sueños, estoy aprendiendo esa lección…

En el de esta noche sí que aparecía ella. Estábamos en la cama del hotel de Madrid, riendo a carcajadas por una chorrada. Luego nos besábamos. Y recordé aquella sensación que en los últimos días fue tan fugaz y dolorosa. Y recuperé la felicidad plena, aunque haya sido sólo unos segundos antes de despertar…

Entonces he empezado con mi espiral de pensamientos. Otra vez convencido de que es una pena todo esto. Y recordando que muy pronto ese que la abrace o reciba sus besos en los semáforos, cuando estén en rojo, ya no seré yo…

Que mi mente me torture con esas imágenes forma parte de esta penitencia. Pero tengo que salir de aquí. Aún no sé cómo. Venir a este escenario, en parte, es una terapia: hablar conmigo mismo me ayuda a expulsar mis demonios. Pero si no puedo solo, tendré que buscar ayuda…


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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